Pero además, en la Universidad de California, observaron que la música de Wolfgang Amadeus Mozart, ingeniosa y simple a la vez, posee propiedades únicas por lo que funciona mejor que la de otros compositores, dando origen a la expresión Efecto Mozart. En los últimos años, se han realizado numerosos estudios analizando el fenómeno. Los ritmos, las melodías y sobre todo las frecuencias de los patrones únicos en sus composiciones estimulan y potencian las regiones creativas y motivadoras del cerebro. Esta música, misteriosa y accesible a la vez, que por sobre todo no contiene astucia, produce un efecto dual que beneficia enormemente a los bebés: los relaja y los mantiene atentos al mismo tiempo, siendo este el mejor estado para el aprendizaje.
Además es sabido que la música puede reflejar las emociones de los niños, medio comprendidas y que los ayuda a aprender a expresar lo que sienten. La música habla un lenguaje que los niños entienden instintivamente. Por ello, darle a nuestros hijos la posibilidad de crecer y aprender rodeados de música es darles un legado invalorable para su desarrollo.
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